Desde el año 2014, la empresa de capital sonorense La Peintea Minera S.A. de C.V. ha comprado concesiones y ha realizado trabajo para la extracción de minerales en territorio sagrado Comcáac (o Seri) de manera ilegal. De acuerdo a la Secretaría de Economía el lote La Peineta 1 que responde al título 237438 y abarca 200 hectáreas, es propiedad de Roberto Rogelio Martínez y socios. Esta concesión tiene vigencia, autorización y permiso desde el 16 de diciembre del 2010 hasta el 15 de diciembre de 2016 (Primera Plana, 2015). Este proyecto minero realizó trabajos de exploración sin contar con una Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) autorizada por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) como lo marca la legislación ambiental de México. Tampoco contaba con el permiso de uso de suelo otorgado por el Ayuntamiento. Pero, una preocupación más grande aún, es que el gobierno mexicano otorgó una concesión minera a empresarios sonorenses sin el consentimiento previo del pueblo Seri. Por lo tanto, la empresa no sólo realizó operaciones de forma ilegal, sino que, en conjunto con el Estado, violaron los derechos humanos, étnicos y territoriales de los comcaac, pues, no pidieron autorización de los legítimos dueños del territorio para realizar actividades extractivas como lo establece el Convenio 169 de la OIT (Ogarrio y Uribe, 2020). De forma contraria a esto, según la declaración de Efraín Perales, joven habitante de Desemboque, los empresarios engañaron con promesas de desarrollo a algunas familias, ofreciendo beneficios económicos para convencerlos de otorgar permiso para ocupar sus tierras (Fraijo, 2015). Otra estrategia empresarial fue la división comunitaria, creando conflictos internos en el pueblo Seri, debido a que realizaron acuerdos con algunas familias de Punta Chueca, dejando fuera de las negociaciones a los habitantes de Desemboque (Ragazzini y Calderón, 2019). De esta forma, las operaciones de la minera La Peineta, representaron la extracción de 300 toneladas de material y la devastación ambiental de 31 kilómetros lineales del territorio comcaac que incluyen los sitios sagrados La Peineta y Pico Johnson, ricos en flora y fauna que contempla borrego cimarrón, venado bura, coyotes, tortugas del desierto, víboras endémicas; frijoles nativos, semillas, biznagas, palo fierro y cientos de especies más, incluyendo plantas medicinales y una amplia variedad de cactáceas (Muñoz, 2018). Para los Seri es preocupante la posible destrucción del cerro La Peineta de donde se obtiene la jojoba y el torote, que utilizan para elaborar artesanías. Al igual que la amenaza al resguardo del Canal del Infiernillo, 70 kilómetros de mar localizados entre la costa de Sonora y la Isla Tiburón, lugar fundamental para preservar la pesca, que es su principal forma de sustento (Ragazzini y Calderón, 2019). En la Isla Tiburón yacen los cuerpos de sus ancestros, tiene un valor sagrado y simboliza respeto, es el punto de reunión de los guerreros Seri y actualmente no está habitada, aunque ha sido invadida por la Marina Armada de México, que sin permiso de la etnia construyó un edificio llamado Puerto Tormenta (Uribe y Ogarrio, 2020; Muñoz, 2018). Del mismo modo, el proyecto a cielo abierto podría afectar el soporte hídrico de la comunidad debido a las grandes cantidades de líquido que demanda este tipo de operaciones, además, el proceso de lixiviación con cianuro para el beneficio del mineral es un riesgo latente de contaminación del agua y de una posterior propagación de enfermedades en los habitantes. Gabriela Molina, quien participa en el Concejo Indígena de Gobierno (CIG), ha manifestado que otro problema importante es el machismo, el cual, se incrementó con la llegada del hombre blanco, el coxa o mexicano, a la comunidad (Ogarrio y Uribe, 2020; Muñoz, 2018). Ante la amenaza, los jóvenes y mujeres comcaac se organizaron y conformaron el colectivo juvenil "Defensores del terriotiro Comcaac". De este modo resignificaron el valor sagrado de su territorio para llevarlo a una dimensión política y así exigir los derechos que les han sido arrebatados dentro y fuera de su comunidad a través de la historia por medio de acciones de resistencia como el activismo cibernético, la articulación con la Red Mexicana de Afectados por la Minería (REMA), el trabajo informativo y el patrullaje de la Guardia Armada Comcaac (Ogarrio y Uribe, 2020). Así, mediante un amparo el colectivo logró detener la explotación minera (Ogarrio y Uribe, 2020) no obstante, el Estado nunca actúo, por lo que un grupo de mujeres se movilizó hacia las instalaciones de la mina y destruyó todo lo que estaba ahí (Muñoz, 2018), ante la negligencia de las autoridades, se tuvo que recurrir a acciones directas. En la actualidad "los desafíos se vuelven cada vez más complejos para las nuevas generaciones que buscan mediatizar su lucha y lograr un alcance global en su encrucijada frente al fenómeno del despojo territorial. Poco tiempo después de haberse amparado frente a las concesiones mineras, el colectivo juvenil se entera que el proyecto de capital norteamericano, Tiburón Agua y Electricidad, S.A. de C.V., pretende colocar dos hidroturbinas y una planta eléctrica y desalinizadora en el Canal del Infiernillo; así como la creación de una zona residencial y un parque industrial en la Isla Tiburón. Sin embargo, ahora se encuentran preparados para hacer frente a las nuevas amenazas, ya que desde el 2014 han tejido alianzas estratégicas con los demás pueblos indígenas de Sonora y México, colectivos, que conforman una red a lo largo y ancho del país. En esta nueva lucha política y cultural, los Comcaac contemporáneos siguen sumando más voces y nuevos ritmos, especialmente los que resuenan en los corazones y conciencias de su gente nueva" (Ogarrio y Uribe, 2020: 66).