LA fundición Altonorte forma parte de las empresas que se ubican en el punto negro de la ciudad de Antofagasta: Asentada en el barrio industrial La Negra, en el sector del mismo nombre distante aproximadamente 25 kilómetros de la capital regional, la Fundición Altonorte se suma a la Fábrica de Cemento Inacesa como parte de las fuentes que hacen de la calidad del aire antofagastino algo que no supera los términos de "muy malo" a "regular".
Funcionando desde 1993, cuando bajo el nombre de Refimet S.A. produjo en sus dependencias la primera barra de cobre blister, la Fundición Altonorte consiguió en marzo del año 2000 la aprobación con condiciones de parte de la Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA) del Estudio de Impacto Ambiental para su proyecto de expansión que, junto con duplicar su capacidad de tratamiento hasta 820 mil toneladas de cobre y 700 mil toneladas de ácido sulfúrico al año, pretendía hacer mejoras en materia medioambiental.
Sin embargo, justo un año después de ese anuncio, tienen lugar una seguidilla de episodios que ponen en duda la estrategia en este ámbito impulsada por la compañía. El Servicio de Salud Antofagasta ordenó un sumario sanitario contra la Fundición debido a emanaciones de anhídrido sulfuroso (SO2) que derivaron en una serie de trastornos en los alrededores del complejo industrial. Provocada por la falla de una de las dos plantas que captan el SO2 para transformarlo en ácido sulfúrico, esa emergencia se hizo cada vez más habitual a partir de fines de febrero del 2001.
Las horas picks para dichos episodios se registraban entre las 9:00 y las 13:00 horas, con emisiones de SO2 que alcanzaron los 480 microgramos por metro cúbico, pasando a llevar la norma que establece como aceptable un límite de 365 microgramos.
Este hecho, que se solucionó en un comienzo con repuestos que luego demostraron ser ineficaces, llevó al Servicio de Salud Antofagasta a solicitar a la empresa la instalación de una tercera estación de monitoreo en el centro de la ciudad, para determinar la cantidad de contaminante a que estaría expuesta la población y que generaba una serie de problemas respiratorios.
Pese a estas medidas, la situación no mejoró: en julio del mismo año, la entidad fiscalizadora señala que, si bien las fallas de la planta de anhídrido sulfuroso se solucionaron, persisten problemas de excendencia de la norma secundaria para ese elemento, por lo que se solicita una sanción de parte de la COREMA por incumplimiento de la Resolución de Calificación Ambiental de la Fase II de la Fundición. La confianza en una solución definitiva descansa, entonces, en las mejoras y cambios tecnológicos prometidos por la empresa, entre los que se cuenta la eliminación de un horno de reverbero.
A los casos anteriores se suma una alerta dada al Servicio de Salud y a la Conama Segunda Región a causa del desplazamiento de la pluma que arroja anhídrido sulfuroso desde la fundición Altonorte, la que se ubicó sobre la ruta Cinco Norte, provocando dificultades en la visibilidad de los conductores, así como también irritación en la garganta de los trabajadores del lugar. Esta emergencia fue atribuida al fenómeno de inversión térmica producto de las condiciones meteorológicas del sector, lo que trajo como resultado que los gases de la chimenea bajaran hasta la carretera en lugar de subir.
Fueron estos sucesos los que hicieron a algunas autoridades plantear la posibilidad de decretar el área como zona saturada, determinación descartada con el argumento que dicho sector no posee sitios urbanos. Y fue aquí también cuando los altos niveles de SO2 llevaron a los especialistas a hablar sobre el incumplimiento del cronograma de emisiones de la fundición, tramitándose ante la Comisión Regional del Medio Ambiente una nueva sanción acorde a las circunstancias.
Con esto, se levantaron dudas sobre qué tan efectivo será el plan de mejoras en torno al medio ambiente que realizará la empresa, y qué tan lento será el proceso
para que éstas se materialicen. Y, por consiguiente, cuántas situaciones de emergencia más tendrá que soportar la población, en especial si -debido a la coyuntura económica- esos plazos continúan alargándose.
ANTECEDENTES
Aunque después que la compañía canadiense Noranda entrara en 1995 a la propiedad de Altonorte, se gestó un plan de "Ampliación y Mejoramiento Ambiental" que buscaba acabar con las falencias del proceso productivo, lo cierto es que en los últimos meses ha habido una serie de infracciones que han opacado las buenas intenciones promovidas en esos proyectos de perfeccionamiento; una situación que despierta la inquietud de los antofagastinos, que ya tienen en su región una serie de conflictos ambientales que hacen su aire casi irrespirable.
Con presencia en 23 países, Noranda es propietaria de cuatro fundiciones de cobre incluída Altonorte; 12 fábricas metalúrgicas; 11 instalaciones de fabricación y 23 yacimientos mineros.
En Chile, la compañía tiene presencia con el polémico proyecto de aluminio "Alumysa" en Aysén, que involucra una inversión de 2.500 millones de dólares. Además, posee el 48% en Doña Inés de Collahuasi, siendo suyas también Noranda Exploraciones, la mencionada Fundición Altonorte (ex Refimet) y el yacimiento El Pachón, situado en el límite chileno-argentino.
Tales antecedentes han hecho a las autoridades regionales esperar con paciencia las mejoras que la firma debiera poner en práctica definitiva a partir del segundo semestre del 2002. No obstante, los errores cometidos durante estos meses de espera han generado las desconfianzas ante dichos anuncios. A eso se agrega la petición de parte de la empresa en el mes de abril del 2001 de un análisis sobre el impacto ambiental que produciría la quema de un "combustible alternativo" en la Fundición Altonorte: se trata del uso "por una sola vez" de cerca de mil toneladas de solvente (Orfom SX 12), mezclado con petróleo bunker para el horno reverbero de la fundición u otro equipo similar. Una decisión que cuestiona la agilidad con que la transnacional está llevando adelante el anunciado plan de mejoramiento.