Descripción del conflicto minero:
Yanacocha es la mina de oro más grande de América Latina y la segunda más grande del mundo. De propiedad de la empresa multinacional Newmont Mining, llega en 1990 al Departamento de Cajamarca, al norte del Perú, prometiendo el anhelado “desarrollo” para Perú. En 1993 comienzan sus operaciones.
La actividad minera ha implicado la remoción de un promedio de 600.000 toneladas de tierra y roca de forma diaria. Al poco tiempo de ponerse en funcionamiento, la mina comenzó a generar impactos ambientales. Las aguas fueron las más afectadas llegando la empresa a borrar canalizaciones que servían a las comunidades agrícolas para sus faenas de irrigación. Fuentes importantes de agua desaparecieron. Es el caso de la laguna Yanacocha que por quedar sobre el yacimiento de oro desapareció como efecto de la remoción de tierras para la extracción de oro.
Al poco tiempo de comenzar las operaciones (fines de 1993 y a inicios de 1994), las comunidades campesinas más cercanas al yacimiento comenzaron a denunciar los abusos que los mineros venían cometiendo en los procesos de compras de tierras en la zona del Cerro Quilish y Combayo. Para acceder a los terrenos, la empresa pagó a los campesinos sumas de dinero muy inferiores a las correspondientes por las tierras, amenazando a quienes no querían vender sus tierras a la minera. Así mismo, las voces para defender los derechos de los campesinos fueron aisladas y vistas con cierta desconfianza. En este contexto nace el “Frente de Defensa de Cajamarca”, organización que emprendió y hasta el día de hoy actúa, con movilizaciones y manifestaciones contra la minera. Otro actor social que se integró desde un primer momento al movimiento social contra Yanacocha fue la iglesia, aunque los medios de comunicación y el Estado apoyaban a la minera. Las palabras de Monseñor Dammert en un artículo publicado por el Diario La República en 1994 decían: “si no se colocan los mecanismos de redistribución que incluyan a los campesinos en los beneficios, la historia de la minería seguirá siendo aquella de explotación y miseria”.
A pesar de la oposición de los campesinos y organizaciones sociales, Yanacocha siguió operando con total impunidad y el 2 de junio de 2000 un camión contratado por la empresa derramó 151 kilos de mercurio a lo largo de 40 kilómetros de una carretera en Choropampa. Allí, en vez de evacuar a la población, como se les recomendó oportunamente en una reunión habida en el Obispado de Cajamarca, los funcionarios optaron por seguir exponiendo a la población al vapor del mercurio, sea porque no estaban conscientes ni preparados para asumir una emergencia de tal magnitud. Se llegó incluso a manipular y modificar los valores de referencia por parte de DIGESA en contubernio con Yanacocha para así “minimizar los niveles de riesgo y prevenir una evacuación”.
Los impactos de Yanacocha siguen afectando e irrumpiendo la vida social y ambiental de Cajamarca. Pero la lucha que se ha dado no les ha hecho el camino fácil. La oposición a la explotación del Cerro Quilish (por parte del proyecto Yanacocha) y del proyecto Conga son manifestaciones que dan cuenta de esta situación.